Aunque la mayoría de los humanos adultos manifestamos tener claridad en cuanto al significado del amor y nos identificamos con él, cuando se nos propone definirlo es muy probable que no encontremos las palabras apropiadas. Sólo la Real Academia de la lengua española, por ejemplo, ofrece catorce significados distintos para la palabra amor.
Sí hacemos una búsqueda rápida en Internet, a través de una plataforma como Google, nos referencia a más de 1,130 millones de sitios en los que se habla del tema, y la situación se complica aún más cuando buscamos el término love, su equivalente en inglés, para el que se ofrecen 7,790 millones de resultados.
Para en las sociedades griegas e hindú, en la antigüedad, el amor representaba el principio del cosmos. En los Veda, los libros sagrados más antiguos del hinduismo, el amor es uno de los conceptos filosóficos más estudiados. En cuanto a las referencias griegas, podemos destacar la de Empédocles, el poeta y filósofo, que le gustaba decir que todas las cosas estaban compuestas de cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua, y que sobre estos actuaban tanto el odio como el amor, como dos fuerzas que los transformaban en una variedad infinitas de formas. En otras palabras, decía que el amor une y el odio es lo que separa. Aristóteles, por su parte, habló también el amor propio, al que consideraba indispensable para poder amar a otra persona.
Los griegos tenían su propio dios del amor, Eros, que en su equivalente romano conocemos como Cupido, y aparece en muchos relatos como un muchacho travieso que hiere indiscriminadamente a dioses y mortales con sus flechas, haciendo que se enamoren profundamente.
En la época moderna, seguimos contando con él para emparejar personas. El sitio web OkCupid, utiliza hoy un cuestionario online a modo de flecha, pretendiendo de esa forma enlazar a personas con gustos e intereses similares al contestar preguntas como ¿qué haces usualmente los viernes?, ¿qué quieres que hagan con tu cuerpo cuando mueras? o ¿irías a la guerra para defender a tu país?
El sitio ayudó ya a 40 millones de personas para encontrar citas con su “media naranja” desde 2004, pero recibe más de 52 millones de visitas de personas que lo siguen intentando. Pero OkCupid no es la única opción, ni siquiera es la más popular. Match.com lleva intentando lo mismo desde hace 22 años y cuenta con 60 millones de usuarios activos.
Pero recordemos cómo funciona internet. Es básicamente un universo en el que convergen y se encuentran nichos, segmentos y perfiles de todo tipo, y eso se refleja incluso en la forma en que las personas buscan compañía. En la web se encuentra disponible Singles with food allergies, para encontrar una pareja alérgica al mismo tipo de comida que nosotros; Pet people met, para amantes de las mascotas; Meet an Inmate, para escribirle a reclusos y Brony passions, para fanáticos de My Little Pony que buscan pareja.
Hay otras más exclusivas como Beautiful People, en la que sólo aceptan gente guapa, y de la que fui rechazado tres veces porque no cumplía con los estándares de belleza que sus usuarios exigen.
Pero quien se lleva la mayor atención en la actualidad en este segmento es Tinder, que ya lleva 110 millones de descargas, 2 millones de suscriptores de pago y 1,5 millones de citas pactadas por semana. Es incluso la app de pago que lidera los rankings actuales en las tiendas de aplicaciones.
La premisa de Tinder es menos rebuscada que las anteriores: te presentan fotos de los candidatos cercanos, si no te gustan lo marcas con una equis y si te gustan con un corazón, cuando hay corazones de ambos lados de la pantalla se produce un “match” y se activa la posibilidad de conversar.
Hasta mediados de 2016 se habían producido en la aplicación 11.000 millones de matchs.
Detengámonos un momento sobre esta cifra. Analicemos lo que quiere decirnos. Obviamente hay una gran cantidad de personas que están prefiriendo conocer a otras de forma online, aunque no necesariamente esto signifique que se está dejando de lado la forma tradicional de conocer intereses amorosos. El mundo sigue su curso.
Convengamos que conocer personas de a pie no es tarea sencilla, menos en esta época donde hay límites mínimos para el acoso y una minúscula cantidad de personas dispuestas a iniciar conversaciones en la calle con desconocidos. Técnicas utilizadas en el pasado como las miradas necias en el salón de clases, lanzar un piropo en la calle, acercarse en una fiesta o conversar al coincidir en el mismo asiento del bus, no son bien vistas hoy.
Quienes satanizan las aplicaciones online para citas, argumentan que estas hacen ver el enamoramiento como algo superficial y sencillo, menospreciando las costumbres y prácticas que a la sociedad le tocó desarrollar y perfeccionar desde que dejamos de ser salvajes. Dicen que enamorarse no es algo tan simple como subir una foto, rechazar o preferir perfiles.
Aunque no todo el color de rosa en cuánto a las citas online. La red está plagada de obstáculos para los enamorados. Las aplicaciones están invadidas de perfiles falsos, personas que ocultan información, amores de lejos e, incluso, infidelidad. Así lo demostró un estudio reciente de Global Web Index, en el que destacaba que del total de usuarios de estas plataformas cerca del 30 por ciento son casados, mientras que un 12 por ciento ya está en una relación.
Este mismo estudio arrojaba otros datos interesantes como que el 62 por ciento de los usuarios que usan estos sistemas son hombres, mayormente de 16 a 34 años (83 por ciento) y citadinos (76 por ciento). Justo el segmento demográfico reconocido como millennial. ¿Será que esta generación se siente incapaz de enamorarse con el contacto físico? ¿Será que está generación se siente incapaz de amar?
Cada mes se puede encontrar en los periódicos noticias sobre hombres, principalmente en China y Japón, que decidieron establecer relaciones con sus muñecas de silicón. Ahora la empresa Gatebox, estará vendiendo para finales de este año una novia virtual holográfica para solteros por un poco más de $2.500. ¿Son estas las señales del fin del amor como lo conocemos?
Volviendo al tema de las aplicaciones, en una encuesta reciente de LendEDU, un sitio para financiamiento de préstamos estudiantiles, el 70 por ciento de los consultados dijo no haber tenido suerte buscando pareja en Tinder. Algo no está funcionando.
Según las cifras de Internet World Stats, de los 7,519 millones de personas que somos en todo el mundo el 51 por ciento está conectada a internet. Considerando los 110 millones de descargas de Tinder hasta el momento, tendríamos al menos a un 3 por ciento de las personas conectadas a Internet buscando el amor. Tomando en cuenta que al 70 por ciento para el que ese método no está funcionando nos quedan unas 33 millones de personas con interesadas en conocer a el amor de su vida a través de internet, lo que es sólo el 0.4 por ciento de la población mundial, una cifra no muy ambiciosa.
Lo de buscar nuestra otra mitad no es nuevo, como bien nos los dejó claro Platón en El Banquete. Tampoco es sencillo. Las generaciones actuales enfrentan nuevos desafíos, tanto tecnológicos como culturales. Encontrar el amor es para algunos una prioridad, es parte de la vida y algo que tarde o temprano se logra, ya sea invitando a alguien a bailar en un toldo o esperando una notificación detrás de una pantalla de cinco pulgadas. Esa chispa que nos falta se puede encontrar en cualquiera de las situaciones y si funciona, va a estar bien.