No sé exactamente cuándo comenzó a circular, pero el martes ya todos habíamos recibido en Whatsapp la recomendación de no comer manzanas, ya que estaban matando gente. El texto iba acompañado de un “voice note” (tan de moda ahora) donde una mujer aseguraba que la prima de una amiga suya había fallecido por comer manzanas de un supermercado local.
Obviamente hubo alarma. En Panamá se consume mucha manzana, a pesar de ser una fruta importada, ya que por nuestro clima no crece aquí.
En mi familia yo tuve que aclararlo de diversas formas, incluso hice una búsqueda en la web que me dejó ver que desde el viernes 6 de marzo el Ministerio de Salud había aclarado que “a Panamá no ha ingresado, a través del sistema comercial ninguna manzana caramelizada pre-empacada, ni alimentos vinculados a versiones que circulan en las redes sociales”.
Oportunamente, en el comunicado el ministro Francisco Terrientes aclaraba que si se hubiese detectado la presencia de algún tipo de alimento contaminado “las autoridades respectivas ya estuviesen haciendo el anuncio como se ha hecho antes con algunas advertencias de medicamentos”.
Sin embargo, esto no fue suficiente. El miércoles 11 de marzo, el Ministerio de Salud llamó a los periodistas a una conferencia de prensa, para aclarar lo que ya se había dicho el viernes 6, donde nuevamente desmintieron lo ya desmentido.
El ministerio aclaró que la Autoridad Panameña de Seguridad de Alimentos (AUPSA) posee los controles respectivos para que los productos importados sean verificados y se respalde que son sanitariamente seguros.
En este momento, yo me preguntaba ¿Es necesario? ¿Estamos haciendo todo esto por una cadena de Whatsapp? ¿Estamos restando tiempo importante al ministerio para que se ocupe de un rumor?
Como si no bastara la AUPSA emitió su propio comunicado. Incluso el supermercado Riba Smith, al que se le acusaba de vender las manzanas emitió el suyo. Los medios comenzaron a aclarar todo, pero fue entonces cuando vi las respuestas que me motivaron a escribir este post.
La gente no creía, no cree y prefiere justificar la famosa cadena.
No es la primera vez que nos pasa y espero que no siga pasando, pero en septiembre a algún ocioso se le ocurrió “regar la bola” de que iba a haber un enfrentamiento entre bandas de delincuentes en el Casco Viejo la noche de un viernes, lo que finalmente obligó a la Policía a desmentirlo y según un periódico local, este acto provocó pérdidas de hasta 80 por ciento menos en ganancias durante esa noche entre los comercios de esa zona.
Mi reflexión sobre esto es que hay que educar, y ese es siempre uno de los objetivos que he tenido en mente cuando he organizado eventos como #PanamaTwittea y Social Media Day Panamá.
Hay una gran cantidad de usuarios que se saltaron pasos en la brecha digital y el único acceso que conocen a Internet es través de su Smartphone. Están descubriendo un nuevo mundo de información en pantallas de tres pulgadas.
Los usuarios que hemos tenido más experiencia en la red debemos ser maestros de esta nueva generación que apenas la descubre, y guiarlos principalmente en “Dudar de todo” lo que leen en internet.
Además de eso está el tema de la responsabilidad en lo que se comparte. Antes de dar Share o Retweet, debemos estar seguros de que lo que compartimos es lo que realmente queremos que lean las personas que nos siguen, y yo hasta iría un poco más allá. Antes de compartir una información en redes sociales deberíamos ponernos a pensar en cómo tomarán las personas a las que le enviamos el mensaje, esa información.
El Ministerio de Salud, un poco más enérgico, anunció que tomará las respectivas medidas apoyándose en los mecanismos legales existentes contra las personas desconsideradas que compartan mensajes falsos a través de las redes sociales, apoyándose en el artículo 261 del Código Penal de Panamá, que establece hasta cárcel para los culpables de regar información falsa.
Yo digo que no tenemos que llegar a esto, obviamente si nos portamos bien.
Seamos responsables y, en lo que podamos, eduquemos.